jueves, 24 de junio de 2010

ANTROPOLOGÍA Y HERMENÉUTICA. UNA OBJECIÓN A VATTIMO

setiembre de 1996: II Congreso Nacional de Antropología Filosófica organizado por la Sociedad Hispánica de Antropología Filosófica

Robin George Collingwood dijo que el auténtico filósofo ve en los problemas permanentes sub specie saeculi y los problemas de la época sub specie aternitatis . De una manera análoga en el esbozo de la hermenéutica filosófica de Hans-Georg Gadamer se puede encontrar una y otra vez el imperativo de pensar teniendo en cuenta la finitud del propio pensar: tratando de ver desde el propio punto de vista histórico-cultural. A juicio del profesor emérito de Heidelberg la conciencia hermenéutica viene a llamar la atención más sobre los supuestos que nos permiten el pensar que sobre la dialéctica del pensar mismo. Es conocido que Gadamer parte del intento heideggeriano de pensar la diferencia ontológica, pensar el ser como evento y no como presencia fundamentadora.

Junto con Gadamer, uno de los intérpretes de Heidegger más relevantes ha sido Gianni Vattimo. El mérito del pensador italiano ha sido dar un sentido al abandono del largo proyecto de Ser y Tiempo desde una relectura de Nietzsche. Así la célebre frase del filólogo "Dios ha muerto" tiene como correlato heideggeriano el final de la metafísica y el advenimiento de la época del ge-stell, la época de la (imposición) tecnológica. A juicio de Vattimo el nihilismo sólo puede ser visto como un peligro para los que siguen considerando el ser como presencia y el sujeto humano como autoconciencia. De este modo podría ponerse en la misma línea a Heidegger y a Nietzsche en una especie de anti-humanismo que quisiera recuperar el fundamento perdido (sea este el concepto de Dios, de razón trascedental, o de sujeto irreductible e inalienable).

La reflexión de Vattimo respecto al carácter universal de la hermenéutica es, cuando menos, sugerente si lo ponemos en relación a la antropología. Es patente el hecho de que la antropología como ciencia, desde su fundación, tiene que ver con el intento kantiano de establecer un saber teórico sobre el hombre que funcione como fundamento para la acción. Y también es patente que este intento tiene que ve con el descubrimiento de culturas alejadas a la nuestra, culturas que prima facie parecen inhumanas. Sin embargo, no es el impacto de las culturas extrañas lo que ha impulsado más la reflexión antropológica. Vattimo piensa, aunque esto no sea algo original suyo, que el impacto con lo otro tiene como causa principal la pérdida de una conciencia mítica común: en este caso la reforma protestante que astilló en el Renacimiento la armónica imagen del mundo: el conjunto de los pre-suposiciones desde los que se pensaba y se actuaba. Si la cosmovisión de una sociedad se astilla es necesaria la reposición de un mundo común que garantice la convievencia (e incluso garantice cierta seguridad en la acción moral). Al mismo tiempo, un saber de este tipo funcionaría como clave interpretativa para la comprensión de culturas alejadas en el tiempo.

Tanto la antropología como la sociología tratarían de aspirar a un saber objetivo sobre la naturaleza humana y sobre la interacción social que serviría de Grund en el edificio de las ciencias e incluso en la organización política y en la acción moral. Vattimo ha señalado que los estudios decimonónicos sobre culturas extrañas no tenían otra finalidad que esta: el hallazgo de constantes antropológicas que permitan la delimitación de lo permanente en el hombre (sea de un estatus psicológico, sociológico, o incosciente). Siempre se tratará de un estudio antropológica ontologizador, y eso cae de lleno dentro de la denuncia heideggeriana. Es conocido que ante estos estudios, sin duda, etnocéntricos se levantó una justa controversia por parte de los relativistas que defendía el derecho de lo otro, y su irreductible intraducibilidad y equivalencia valorativa. La novedad del plantenamiento de Vattimo radica en comprender dentro de la misma crítica heideggerina al relativismo: la idealización de lo otro ignora la situación del mundo en la actualidad.

Porque si es verdad que hace cinco siglos que perdimos una visión del mundo unitaria, también es verdad que el siglo veinte ha dado a Europa dimensiones planetarias. No ser consciente de este es una falta clara de conciencia hermenéutica: es imposible que un antropólogo se encuentre ante lo radicalmente otro. La idealización de lo extraño y la tendencia de la antropología a dotar a las culturas primitivas de un halo de neutralidad es una quimera (del mismo modo que es una quimera la neutralidad del punto de vista científico del antropólogo). Que no podamos salir del esquema conceptual como seres históricos que somos no significa que las culturas que nunca han sido holladas por Europa sean incomprensibles por ese aislamiento. La universalización de la cultura europea implica la desaparición del ideal de lo extraño: el mismo contacto del investigador con el objeto produce una contaminación irreparable. Pero lo grave en este caso no es la constancia de este hecho sino que consideremos ese contacto una contaminación de un punto de vista ideal para el estudio antropológico.

A juicio de Vattimo la hermenéutica se constituye como disiciplina específica de la cultura europea desde el momento de la desaparición de una unidad europea ("la pérdida de la unidad católica" ). Pues bien, la antropología deja de ser exclusivamente la ciencia de la alteridad de las culturas desde el momento que la occidentalización del mundo está consumada (aunque esto no implica que otras culturas hayan desaparecido). La antropología es hermenéutica en la medida que se debe reconocer que en todo trabajo antropológico sobre el campo hay siempre un contexto que pone en relación al investigador y el objeto de observación: tal contexto es una relación política colonial o postcolonial, pero, en cualquier caso, occidental. La antropología adquiere un carácter hermenéutica no por la inevitable intraducibilidad de las culturas no-occidentales sino por el fenómeno inverso: por la homogeninización metafísica del mundo (cuyo último estadio es, según Heidegger, el mundo tecno-científico).

Vattimo da a entender que la labor de la hermenéutica al final de la metafísica es reivindicar que la occidentalización del mundo no implica la desparición de las culturas. Las antropologías que defienden el valor auténtico de las culturas primitivas carecen de conciencia hermenéutica al ingnorar que esas mismas culturas son formas híbridas contaminadas de la modernidad. La ilusión antropológica de encontrar lo otro tiene que tratar en realidad con realidades supervivientes mixtas: con un "depósito de supervivencias". Pero esto, dice Vattimo, es lo propio de nuestra sociedad nihilista cuando considera su pasado: un pasado cuya unidad le es incompresible. La conciencia que creó Europa es ahora solo un mito. Europa está ante su pasado como ante una cultura extraña: ha renunciado al carácter modélico de su pasado.

Vattimo ilustra la condición hermenéutica de la antropología (hermenéutica significa anti-metafísica) con la frase nietzscheana "el mundo se ha convertido en fábula". Y, desde luego, se podría añadir "el mundo se ha convertido en la fábula occidental". Creo que Vattimo tiene razón al considerar que el mundo común en forma de ciencia objetiva no puede ser creado como fundamento. Pero ese mundo común nunca tuvo forma de conocimiento "objetivo", sino forma de relato. Porque el mito resume un tipo de verdad que no necesita ser fundamentada: "el mito, como ha dicho Gadamer, es lo que desarrolla su propia fuerza de verdad a través de lo que es relatado y no a través del pregunar a una certeza que está fuera de la transmisión de la fábula" . Y hay aspectos del mito de Europa en los que todavía no hemos dejado de creer. La conciencia hermenéutica hace consciente a la antropología su dependecia respecto a caracteres humanistas europeos (irreductibles y en cambio continuo hasta nuestra desaparición). Me parece que un buen resumen de estos caracteres es el imperativo de libertad. Collingwood podría afirmar que esa idea corresponde a nuestra historia sub specie aeternitatis.

NOTAS

- R. G. COLLINGWOOD, La idea de la historia, F. C. E., México 1987, 226.
- G. VATTIMO, El fin de la modernidad. Nihilismo y hermenéutica en la cultura posmoderna, Gedisa, Barcelona 1995, 133.
- H.- G. GADAMER, La cultura y la palabra, en Elogio de la teoría. Discursos y artículos, Península 1993, 19-20.

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