domingo, 23 de mayo de 2010

La abolición del hombre (10)

Volvamos al ejemplo de la lección anterior -la muerte por una buena causa-. Recurro a él porque la virtud sea el único valor o el martirio la única virtud, sini porque esto es el experimentum crucis que es capaz de mostrar en su luz plena los diversos sistemas de pensamiento. Supongamos que un Innovador de valores considere el "dulce et decorum" o el "nadie tiene un amor más grande" como simples sentimientos irracionales que han de ser analizados en profundidad para permitirnos llegar al fundamento "real" o "básico" de ese valor. ¿Dónde encontrará ese fundamentos?

Antes que nada, podría decir que el valor real sea poya sobre la utilidad que semejante sacrificio tiene para la comunidad. "Bueno", podría decir, "signfica aquello que es útil a la sociedad". Pero, naturalmente, no es la muerte de la comunidad lo que es útil a la comunidad, sini únicamente la muerte de algunos de sus miembros. Lo que se quiere decir en realidad es que la muerte de algunos hombres es útil a los otros hombres. De acuerdo. Pero ¿sobre qué base se pedirá a algunos hombres que den la vida para el bien de los otros? Hemos excluido, por hipótesis, cualquier apelación al orgullo, al honor, a la vergüenza o al amor. Hacerlo sería volver al sentimiento, y la tarea del Innovador es, habiéndolos elimado todos, explicar a los hombres, en términos de razonamiento puro, por qué motivo es aconsejable que mueran para que otros puedan vivir. Podría decir: "A menos que alguno de nosotros se arriesgue a morir, es seguro que moriremos todos". Esto será verdadero sólo en un número muy limitado de casos. Pero aunque fuese cierto, provocaría una contrapregunta razonabilísima: ¿Por qué tendría que ser yo uno de los que afronten ese riesgo?

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