viernes, 28 de mayo de 2010

La abolición del hombre (22)

Así, pues, los condicionadores deben elegir según sus propias razones que género de Tao artificial quieren producir en la especie humana. Ellos son los motivadores, los creadores de los motivos. Pero ellos mismo ¿por qué motivos actuarán? Quizá durante algún tiempo sean motivados por el antiguo Tao "natural", merced a una cierta pervivencia de éste en sus mentes. De este modo, al principio, podrán considerarse ellos mismos como servidores y custodios de la humanidad, y convencerse de que tienen el "deber" de hacerla "buena". Pero sólo por confusión podrán mantenerse en esta situación. Ellos saben perfectamente que el concepto de deber es el resultado de ciertos procesos que ya saben controlar. Su victoria ha consistido precisamente en pasar de un estado en que se encontraban condicionados por tales procesos a un estado en que se sirven de esos procesos como de instrumentos. Una de las cosas que deben decidir es si condicionar o no el resto de los hombres de manera que conserven la vieja idea de deber y las antiguas reacciones ante él. ¿Cömo podría el deber ayudarles a decidir? El deber está a su vez bajo proceso, por tanto no puede ser juez. Y lo "bueno" es enemigo de lo mejor. Saben perfectamente cómo producir en nosotros una docena de conceptos distintos del bien. La cuestión es cuál de esos producir. Ninguna idea de bien podrá ayudarles a decidir. Sería absurdo que se basaran en una de las cosas que ponen en confrontación y utilizarla como medida.

Podrá parecer a alguien que estoy poniendo a mis condicionadores unas dificultades ficticias. Otros, más ingenuos, podrán preguntarse: "¿por qué suponer que son tan malas personas?". Pero yo no estoy suponiendo que sean malos hombres. Más bien habría que decir que no son en absoluto hombres (en el antiguo sentido). Si lo preferís, son hombres que han sacrificado su parte de humanidad tradicional para dedicarse a la tarea de decidir qué sentido atribuir en el futuro a la palabra "Humanidad". "Bueno" o "malo" son palabras sin contenido, cuando se les aplica a ellos. Esto es así porque son ellos los que a partir de ahora dirán cuál es el sentido de esas palabras. Tampoco su dificultad es ficticia. Podríamos suponer que fuese posible decir: "Después de todo, la mayor parte de nosotros desea más o menos las mismas cosas: comer, beber, relaciones sexuales, descanso, arte, ciencia, y la vida más larga posible tanto para el individuo como para la especie". Supongamos que se limiten a decir: "El hecho es que nos gusta esto" y se pongan a condicionar a los hombres en la manera más adecuada para producir lo que desean. "¿Dónde está el mal?". Pero esto no es una respuesta. En primer lugar, es falso que a todos les gustan las mismas cosas. E incluso si así fuera ¿qué motivo habría para forzar a los condicionadores a que ellos renuncien al placer que vivan fatigosamente para que nosotros y la posteridad tengamos lo que nos place? ¿el deber? Pero eso es sólo el Tao, que pueden decidir imponernos, pero que no puede ser válido para ellos. En el caso de que lo acepten, entonces ya no son creadores de conciencia, sino sus servidores y su conquista definitiva sobre la Naturaleza no habrá tenido lugar realmente. ¿La preservación de la especie? ¿Y por qué hay que conservar la especie? Uno de los interrogantes que se encontrarían es si esta referencia a la posteridad (que ellos saben bien cómo se ha originado) debe ser fomentada o no. Por mucho que vuelvan atrás, o se lancen adelante, es imposible que lleguen a algún punto en que detenerse. Cualquier motivo en el cual trataren de buscar apoyo sería inmediatamente una petitio. Una vez que se han alejado del Tao, darían un salto en el vacío. Tampoco se puede decir que sus sujetos sean necesariamente hombres infelices. No serían en absoluto hombres, sino simplemente artefactos. La conquista final del hombre, se revela como la abolición del hombre.

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