Probablemente creerá encontrarlo en el instinto. La conservación de la sociedad, y de la misma especie, son fines que n odependen del frágil hilo de la Razón: son dados por el instinto. Por eso es inútil discutir con el hombre que no lo reconoce. ay en nosotros un impulso de conservar nuestra especie. Es por esto por lo que los hombres deberían trabajar para la posteridad. No hay en nosotros ningún instinto de ser fieles a las promesas o de respetar la vida individual: por esto escrúpulos de justicia o de humanidad -es decir, el Tao- pueden ser quitados completamente de en medio cuando contrasten con nuestro verdadero fin, la conservación de la especie. Y por esto, además, la situación moderna permite y exige una nueva moral sexual. Los viejos tabúes cumplían una cierta función real en la conservación de la especie, pero los contraceptivos han modificado la situación y hoy ya podemos abandonar muchos tabúes. Esto es así porque naturalemente el apetito sexual, siendo instintivo, debe ser satisfecho siempre que no se oponga a la conservación de la especie. Se diría que, según las apariencias, una ética basada en el instinto da al Innovador todo lo que quiere y nada de lo que desea.
En realidad no hemos avanzado ni un paso. No hace falta insistir sobre el hecho de que "instinto" es el nombre que damos a algo que no se sabe muy bien lo que es: decir que la aves migratorias encuentran por instinto el camino equivale a decir que las aves migratorias encuentran el camino pero nosotros no sabemos cómo lo logran. Mi opinión es que esa palabra es usada aquí con un sentido bien definido, es decir, en el sentido de un impulso irreflexivo y respontáneo ampliamente advertido por los miembros de una especie determinada. ¿De qué manera nos ayuda el instinto, así entendido, a encontrar los "verdaderos" valores? ¿Es obligatorio que obedezcamos al instinto, es decir, que no podamos actuar de otra forma? Si es así ¿qué objeto tiene escribir libros como el Libro Verde? ¿Por qué razón vamos a exhortar a ir por un camino por el que no podemos menos que ir? ¿Por qué razón se elogia a los que se han sometido a lo inevitable? ¿O se quiere decir quizá que obedeciendo al instinto seremos felices y estaremos satisfechos? Pero la verdadera cuestión que estábamos considerando era la de afrontar la muerte que, como sabe el Innovador, trunca toda posibilidad de satisfacción. Y si tenemos un deseo instintivo por el bien de la posteridad, entonces tal deseo, por la propia naturalaeza de caso, nunca podrá ser satisfecho, pues alcanz su fin, si es que lo alcanza, cuando estamos muertos. Sería como si el Innovador dijere no que debemos obedecer al insntinto, ni que nos dejará satisfecho el hacerlo, sino que sería justo obederlo.
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